domingo, 3 de abril de 2016

La carta.

La carta.
Escribo esta carta enfundada en mi pijama gris. Afuera el aire sopla violentamente y las ramas chocan ruidosamente en mi ventana. 
Tengo el cabello revuelto (como siempre) y un té de menta humea apaciblemente dentro de la taza azul. 
Escribiré esto rápidamente y me iré a dormir temprano.
Querido tú:
Estas letras están llenas de confesiones nunca antes dichas, no por mí, de menos. 
Hace muchos años que vengo amándote. 
Es cierto, muy a mi pesar, muy en contra de la lógica y la estabilidad emocional, yo te amo. 
Te amo cuando me llevas a bailar en las noches y cuando caminamos de la mano en medio de la calle y empieza a llover. 
Te amo cuando despierto entre tus brazos, con tu sudor pegado a mi espalda y los sonidos de tu cuerpo me vuelven a arrullar y regreso a dormir. 
Te amo cuando me miras en medio de toda la gente y me sonríes y entonces sé que solo me miras a mi y me siento segura. 
Te amo cuando caminas y quisiera perderme en tus brazos y no ir a trabajar por estarte contando las pestañas, besándote los lunares, haciéndome daño con tu barba que pica y cantándote una canción. 
Te amo cuando me tomas de la cara y me besas y el tiempo se detiene y siento que podría morir mil veces si cuando abro los ojos estas tú. 
Así te amo, muy a pesar de la lógica, a pesar de que no debería amarte, a pesar de que debería mantenerme lejos de tu cuerpo. 
A pesar de que estoy sola y duele, y debería estar en otro sitio, e irremediablemente regreso a buscarte , a contestarte, a reír abajo de tu cuerpo. 
Debería irme lejos por que no eres mío. Por que nada de esto es correcto. 
Por que después de hacernos el amor, igual como uno se hace a la mar, tienes que ducharte, peinarte en el espejo de la habitación en turno, no olvidar tu reloj y tu cartera y salir a dormir en otro cuarto. 
En otra cama. Con otra mujer. 
Y ser feliz. Y sonreír, y preparar el desayuno y frenar el impulso de escribirme y darme los buenos días. 
Y yo salgo horas después de aquel hotel, cuando el hambre llama a la habitación. Y me desperezo, y me meto a duchar. Y hago recuento mental de mis pertenencias para no olvidar nada. 
Y sé que amarte no lleva a ningún sitio. 
Que siempre eres lejano como enfermedad fulminante. Y yo soy, sólo la mujer que ocupa una fracción de tus pesadillas. 
A la que nadie puede ver en público. 
La que no se le permite ningún reconocimiento.
La puta, la amante, la cabrona. 
La mala del cuento pues.
Pero te amo, es verdad. A pesar de que no está permitido amarte.
Y quemaré esta carta que no te puedo enviar y me iré a dormir en mi cama que no habitas.
Buenas noches amor mío. 
Hasta el amanecer. 
(Ven a dormir en mis sueños).
Atentamente:
La mala.

3 comentarios:

  1. Eres una grandiosa escritora, me ha merecido la pena venir a ver tu blog.
    PD: Leo y voto tus historias en Wattpad como anabethcollins.

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  2. Muchas gracias!! me encanta leer cosas tan lindas de personas como vos.

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